ōris
martes, 7 de febrero de 2012
Guia de sobrevivencia a la desidia
martes, 24 de enero de 2012
Guia impractica de como sobrevivir la primera semana en Twitter
Kiss Me Judas (También conocida como Haydee) se dedica a bitchear como las grandes desde que la conozco. A veces parece que quiere arrancarte las gónadas pero es un corazón con patas si le caes bien, además ama a los animales y reírse de las pendejadas que escribo en Twitter.
Gracias por tu post y por favor no me mates.
lunes, 9 de enero de 2012
Drama bottom
Yo soy un drama. Nací siendo un pequeño drama que se fue alimentando de las más patéticas experiencias. Y es que a ver, luego de haber nacido en una ciudad alejada de dios y maldita con horas enteras de viento juguetón; con un padre busca tesoros que tiene la cara del mismísimo mal, tías que creen en la leyenda de los perros violadores, primos al pachuco style que usan cadenas bling-bling y una tía de nombre Obdulia tenía pocas opciones: me reía, lloraba…o me quejaba.
Elegí lo último.
Y es que para llorar puedo ser patética, para reírme puedo ser falsa, pero para quejarme ahhhh, para quejarme soy la mejor. Y a las pruebas me remito.
Quejarse es como un talento. Es hacer una sopa de tripas con llanto y drama y exageraciones viscerales y ridículas de cada pequeña cosa de la vida. Es hablar y vociferar sobre las terribles maldiciones que han caído sobre ti: el cielo se abrió y dios dijo “te odio, Enid”… Es hacer más grande algo pequeño, crear bolas de nieve cuya velocidad puede ser tan divertida como insoportable.
Pero quejarse no es fácil, no para todos. Oh no. No es que yo sea pesimista, es mi forma de hablar. Que si no tengo trabajo, que si el que tengo no me gusta, que si mi padre esto, si mi madre lo otro, si mi hermano, si mi novio, si mis amigos…
Quejarse es usar las palabras, es atascarlas del sentido más terrible, más dramático, más agridulce. Cuando el mundo dice: Tengo frío, por ejemplo; yo digo: todos nos vamos a morir con este frío, porque en este lugar del demonio no quiere llegar ni el sol, somos un pueblo abandonado de la gracia de dios.
Y algunos se ríen y otros piensan que estoy loca. Y es que el punto no es escribir las quejas, es decirlas. Es gritarlas o llorarlas con un acento insoportable, con la voz ronca y exagerada. Hablar fuerte, jalarse la cara, el cabello, abrir grandes los ojos, mover las manos.
Me quejo porque salió el sol, porque nos abandonó; me quejo por el frío, por el sonido del coche, por la voz española y ridícula de las máquinas de estacionamiento, me quejo y exagero mi labor como hija-chofer, como dama de compañía de mi madre, como impresora oficial de la oficina.
Me quejo porque no me gusta el silencio. Y pueden jugar al psicoanalista o creer que soy patética. Da igual. Quejarme es parte de mi personalidad, me gusta hacer de las cosas un drama pequeñito, o a veces uno muy grande.
Drama para todo, para despertarme, para caminar, para manejar, para comer, para peinarme, para escribir, para vestir. Un drama para vivir que le quita lo ordinario a lo cotidiano, que le da un sabor especial a todo aquello que, al menos a mí, me aparece como desabrido.
La vida es para vivirla mejor, dice la canción. Y si al quejarme le doy sabor… pues ya está, acá les dejo un pequeño manifiesto para hacer de las quejas un drama y del drama un sello:
1) Todas las cosas pueden ser terribles, todas, sin duda pueden acabar en la muerte, que en la escala del drama es lo menos feo que nos puede suceder (hay cosas peores, como soportar un disco entero de RBD)
2) Todas las cosas malas que suceden a nuestro alrededor son producto de irremediables maldiciones lanzadas a nosotros por personas a las que no les caemos bien ( y por personas a las que pisas en el transporte público)
3) Las cosas no trascendentales de la vida son la materia prima para sucumbir ante los encantos del drama. Las cosas importantes se solucionan, las pequeñitas se exageran hasta las últimas consecuencias. Esa es la sopa de la exageración.
4) Todo, absolutamente todo es una buena opción para jalarse la cara y arrancarse el cabello y cada persona puede encontrar su manifestación física del drama y la exageración.
5) Algo que siempre se tiene que entender de todo esto: quejarse, como la cosecha de mujeres: NUNCA SE ACABA…. muajajaJAJAJAJAJA **eco infernal**. Ciao
@enidbug es mi novia, actualmente trabaja en una escuela macabra y soportando los problemas que le doy diario.
La pueden leer en su blog o en Tuiter quejándose de la vida o bulleandome.
martes, 3 de enero de 2012
@CisneAbyecto y sus cisnesabyecciones
No puedo decir, bajo circunstancia alguna, que sea fácil escribir un monologo gracioso, es decir, jamás he hecho un monologo y tengo poca gracia, pero resulta que al momento de tomar una decisión, uno intenta parecer todopoderosa y bueno, estas son las consecuencias. O quizá no; la primera etapa de no saber qué escribir, es querer escribir de todo, el problema básico se reduce a la inseguridad, mi humor no es el humor de todos, soy autista, lo que indica que mi mundo interior es más grande que el de todos ustedes; no se ofendan, pero el mundo interior de una persona normal es una parcela con compartimentos en los que caben experiencias que no gozan de exclusividad ni en la creación, ni en la ejecución. El autista social mide al mundo de acuerdo a su experiencia y hace de ella un homenaje diario a su persona, es difícil explicar este punto.
La petición fue de un monólogo, lo que implica que el peticionario tenia clara mi competencia respecto de temas literarios, al menos en su estructura básica; también hubo énfasis en la especificidad del humor, lo que indica que el solicitante entendía con sobrada magnanimidad que no soy Shakespeare; así que es comprensible que aunque el vocablo “monólogo” resultara de algún cierto sutil modo terrorífico, el término “humor” le quitaba la capa y la corona, trayéndolo de nuevo a la convivencia con los vivos.
Pensé en distintas anécdotas y también en cuál sería el mejor modo de reproducirlas para que resultaran agradables, en este punto me sentí ridícula, dado que ciertos aspectos de tales anécdotas, involucran circunstancias que evidencian mis limitantes psicosociales. Estar loco es vivir en un mundo de colores iridiscentes, que proporcionan al ente lector una experiencia contagiosa que vulnera la percepción al desarmarla, el autismo en cambio sostiene demasiada semejanza con la imbecilidad, de tal forma que lo que en el loco es visto como genialidad y cinismo, en el autista es cretinismo inocente. El autismo es el hermano feo de la radiante locura.
Mi madre es una santa, no como Marga López en las películas de los cincuenta que dividía su tiempo entre las lagrimas lloradas por el peso de la maternidad y las del de la vida; no, no así. Es mas como esa santidad no reconocida por el vaticano, una santa proactiva, del tipo que no espera que la perfección caiga del cielo en forma de bienaventuranza; cuando notó que no me gustaba peinarme, ni ansiaba pinturitas para niñas, que solo usaba una muñeca, misma que estaba sucia, fea, despeinada y con las letras que recién estaba aprendiendo, marcadas en frente y espalda, que tenía que seguirme dos horas antes de obligarme a bañar, se volvió feminista o más bien, creó una forma heavy de feminismo rural y tendencioso que se construía con el diario devenir de mi ingenua mente subnormal.
Las primeras consecuencias de esta corriente feminista, ocurrieron en mi adolescencia, justo en una clase de español, en el taller de literatura. La maestra nos hablaba sobre vida y obra de Lev Tolstoi, hasta detenerse en el vívido relato realista de Ana Karenina, una de sus obras más representativas. Era mi fuerte, las obras literarias demasiado gordas e inexpugnables, mi madre me las resumía sugiriendo contextos que ayudaran a mi compresión, por lo que Ana Karenina era pan comido, todo estuvo bien, hasta que la profesora sugirió el suicidio de la protagonista. No saben cómo me reí, esa mujer ignorante no sabía lo que decía y entre más datos y razones aportaba yo, mas intentaba convencerme de su errada percepción, poniendo de manifiesto su ignorancia supina, en un punto de la interacción la maestra se sintió ofendida y no contenta con sacarme de la clase, mando a llamar a mi madre y aunque esta última, no comprendió con claridad el origen de la dificultad, ahí estaba conmigo a primera hora del día siguiente, esperando para hablar con la directora. No esperamos mucho, la maestra nada más entrar notó nuestra presencia y llena de algo que no parecía refulgente alborozo, se metió a la dirección a poner en antecedentes a la directora.
Nos hicieron pasar, la profesora estaba tensamente sentada, con ese toque de histeria que imprimen en sus movimientos quienes no son felices, la directora comenzó a relatar parte de la discusión del día anterior , en un momento de la conversación sentí que debía intervenir, al parecer la maestra sintió lo mismo porque empezamos a interactuar ella y yo del mismo modo desordenado de la mañana anterior, mire a la directora con el rostro angustiado, sin saber a quién darle la razón porque evidentemente no conocía a Tolstoi, hasta que de reojo mire a mi madre, no les voy a mentir, yo esperaba ver a una mujer indignada, a punto de la intervención, enojada con el sistema que abortaba individuos ignorantes como autoridad suprema de un aula; lo que hallé fue distinto, ella estaba impertérrita, tranquila, como el hada del azúcar, dando giros infames mientras a mi me comía el demonio, en ese momento la profusión de mi dialogo interno solo alcanzo a decir “eeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrga”, supe que algo andaba muy mal cuando tras mi silencio la dulce mujer que me había dado la vida, interrumpió para decir: “bueno, no tengo todo el día y no creo necesario que la niña pierda clases por discusiones de esta naturaleza, ve a tu salón, hijita”, sin esperar a que la directora lo aprobara, agarre mi mochila y salí de ahí con un sentimiento de vergüenza que aun no sabía de dónde provenía, intuí que era yo la que estaba mal, pero no supe mas.
Cuando tocó mi clase de español, miraba fijamente a la maestra intentando adivinar las conclusiones de la junta secreta, esperaba su indignación, algún tipo de ira o frustración, en cambio mis ojos encontraron piedad; la piedad, como todos sabemos, no es algo que sean capaces de inspirar los enemigos poderosos ¿Qué había pasado? No lo supe hasta que llegue a mi casa directo a revisar el libro de la discordia. La primera impresión no era la de un libro común y corriente, era como encontrar el borrador de Tolstoi, tachonado, con acotaciones y notitas pegadas sugiriendo situaciones página a página, hojas bond escritas con fragmentos de la obra, dobladas al final, marcadas con asteriscos que contenían referencias de capitulo, párrafo y numero de pagina. Hasta para mí era evidente que eso no era un manuscrito de Tolstoi, todas las acotaciones estaban escritas con la letra de mi madre y los hijos que Ana tuvo con Vronsky, tras hacer entender a Karenin que, aunque lo quiso, su corazón amaba desesperadamente a otro, solo estaban en las hojas bond, no en el texto impreso, demás está decir que Sergei, el hijo de Ana, jamás había convivido con sus hermanitos más chicos. No podía creerlo, la incredulidad quita el hambre, la sed y el movimiento, así que pase toda esa tarde inverosímil en absoluta cuadriplejia.
Uno aprende demasiado en la adolescencia, ese día, aprendí a amar a Tolstoi, aprendí a no abrir la boca hasta no estar segura de lo que iba a decir, aprendí que la mirada de piedad de la maestra era motivada por su buen corazón y aprendí que mi madre me amaba tanto que por mí, era capaz de cagarse en la literatura universal y usar todas sus cuotas de mezquindad como un superpoder que evitara en mi vida todo atisbo machista, limpiando mi camino. Probablemente ya se hayan dado cuenta que esto ni es un monologo, ni es chistoso, pero es que verán, yo jamás he hecho un monólogo U_U
Los monólogos
Mi blog tiene un post de @cisneabyecto sin mashúsculas y el de ustedes no.
Lero, lero ad infinitum.
El humor, el compromiso, el humormiso.
Creo que provocar risa es un propósito tan diverso y subjetivo que sigue estando difícil de encapsular, por eso me decidí por esto, para trabajar mejor.
Ustedes saben, la vida es dura, pero casi todas las cosas buenas lo son (el acero, las paredes y todas las erecciones que voy a tener antes de la pastilla azul ayúdameniñojesús) con su correspondiente lado suave y disfrutable.
¿Por qué amargarnos más? Si hay una forma de saber afrontar las cosas difíciles en ésta vida, es con algo de buen humor y quizá drogas con complejos procesos de siembra y recolección.
Así que esto quiero: Relajarme, escribir sobre mis vivencias (humorísticas y no) y disfrutar de hacer un blog como lo hacíamos allá lejos, en las inhóspitas tierras del 2003.
Buen viaje.