lunes, 9 de enero de 2012

Drama bottom


Por Enid


Yo soy un drama. Nací siendo un pequeño drama que se fue alimentando de las más patéticas experiencias. Y es que a ver, luego de haber nacido en una ciudad alejada de dios y maldita con horas enteras de viento juguetón; con un padre busca tesoros que tiene la cara del mismísimo mal, tías que creen en la leyenda de los perros violadores, primos al pachuco style que usan cadenas bling-bling y una tía de nombre Obdulia tenía pocas opciones: me reía, lloraba…o me quejaba.

Elegí lo último.

Y es que para llorar puedo ser patética, para reírme puedo ser falsa, pero para quejarme ahhhh, para quejarme soy la mejor. Y a las pruebas me remito.

Quejarse es como un talento. Es hacer una sopa de tripas con llanto y drama y exageraciones viscerales y ridículas de cada pequeña cosa de la vida. Es hablar y vociferar sobre las terribles maldiciones que han caído sobre ti: el cielo se abrió y dios dijo “te odio, Enid”… Es hacer más grande algo pequeño, crear bolas de nieve cuya velocidad puede ser tan divertida como insoportable.

Pero quejarse no es fácil, no para todos. Oh no. No es que yo sea pesimista, es mi forma de hablar. Que si no tengo trabajo, que si el que tengo no me gusta, que si mi padre esto, si mi madre lo otro, si mi hermano, si mi novio, si mis amigos…

Quejarse es usar las palabras, es atascarlas del sentido más terrible, más dramático, más agridulce. Cuando el mundo dice: Tengo frío, por ejemplo; yo digo: todos nos vamos a morir con este frío, porque en este lugar del demonio no quiere llegar ni el sol, somos un pueblo abandonado de la gracia de dios.

Y algunos se ríen y otros piensan que estoy loca. Y es que el punto no es escribir las quejas, es decirlas. Es gritarlas o llorarlas con un acento insoportable, con la voz ronca y exagerada. Hablar fuerte, jalarse la cara, el cabello, abrir grandes los ojos, mover las manos.

Me quejo porque salió el sol, porque nos abandonó; me quejo por el frío, por el sonido del coche, por la voz española y ridícula de las máquinas de estacionamiento, me quejo y exagero mi labor como hija-chofer, como dama de compañía de mi madre, como impresora oficial de la oficina.

Me quejo porque no me gusta el silencio. Y pueden jugar al psicoanalista o creer que soy patética. Da igual. Quejarme es parte de mi personalidad, me gusta hacer de las cosas un drama pequeñito, o a veces uno muy grande.

Drama para todo, para despertarme, para caminar, para manejar, para comer, para peinarme, para escribir, para vestir. Un drama para vivir que le quita lo ordinario a lo cotidiano, que le da un sabor especial a todo aquello que, al menos a mí, me aparece como desabrido.

La vida es para vivirla mejor, dice la canción. Y si al quejarme le doy sabor… pues ya está, acá les dejo un pequeño manifiesto para hacer de las quejas un drama y del drama un sello:

1) Todas las cosas pueden ser terribles, todas, sin duda pueden acabar en la muerte, que en la escala del drama es lo menos feo que nos puede suceder (hay cosas peores, como soportar un disco entero de RBD)

2) Todas las cosas malas que suceden a nuestro alrededor son producto de irremediables maldiciones lanzadas a nosotros por personas a las que no les caemos bien ( y por personas a las que pisas en el transporte público)

3) Las cosas no trascendentales de la vida son la materia prima para sucumbir ante los encantos del drama. Las cosas importantes se solucionan, las pequeñitas se exageran hasta las últimas consecuencias. Esa es la sopa de la exageración.

4) Todo, absolutamente todo es una buena opción para jalarse la cara y arrancarse el cabello y cada persona puede encontrar su manifestación física del drama y la exageración.

5) Algo que siempre se tiene que entender de todo esto: quejarse, como la cosecha de mujeres: NUNCA SE ACABA…. muajajaJAJAJAJAJA **eco infernal**. Ciao


@enidbug es mi novia, actualmente trabaja en una escuela macabra y soportando los problemas que le doy diario.

La pueden leer en su blog o en Tuiter quejándose de la vida o bulleandome.

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